El desarrollo sostenible exige acciones urgentes
Por un mundo mejor
Aunque las empresas, por su posición privilegiada en la sociedad, son las llamadas a liderar el cambio hacia el desarrollo sostenible, todos los sectores de la población tienen algo que aportar en esta búsqueda de respuestas a los desafiantes problemas sociales y medioambientales de la actualidad.
“Todos”, subraya Emilio Guerra Díaz, coordinador en México de la Red del Pacto Mundial de la ONU (Global Compact), una iniciativa que convoca a las empresas a darle un rostro más humano a su actividad empresarial y les ofrece herramientas para que puedan alinear sus estrategias y operaciones con 10 principios universales en las áreas de derechos humanos, normas laborales, medio ambiente y lucha contra la corrupción.
“El Pacto Mundial se enfoca particularmente en la empresa porque es un agente vital del desarrollo. El gobierno, obviamente, es un facilitador, establece las regulaciones y la normatividad, pero la empresa tiene tal capacidad de respuesta y de toma de decisiones, que puede emprender acciones de una manera más contundente, más rápida y de mayor profundidad. Cataliza el desarrollo”.
¿Para qué?
Una duda surge inevitable en la conversación con Guerra Díaz: ¿qué gana una empresa que se suma al Pacto Mundial, que se identifica con sus principios y los asume en su estrategia de negocio? “De entrada encuentra que es más fácil hacer tratos con compañías que tienen la misma conducta, las mismas aspiraciones. Cuando dos empresas adheridas al Pacto comienzan a hacer negocios hay respeto mutuo, credibilidad, confianza, condiciones que les permiten establecer una relación de ganar-ganar y crear vínculos que aumentan sus posibilidades de mantener el éxito a largo plazo”, responde.
Pese a que es indiscutible que el rol protagónico es de la empresa, “todos los sectores de la sociedad tienen algo que aportar en la lucha por la sostenibilidad”, señala una vez más Guerra Díaz, quien confiesa que en esta premisa basa su convicción de que es posible ese cambio profundo que el mundo reclama con urgencia.
La academia
“Los primeros, repito, son el gobierno, que tiene la gran responsabilidad de ser facilitador, promotor y regulador, y la empresa, que, ya dijimos, tiene un poder catalizador. Pero el llamado es para todos. En últimas fechas otros dos grandes actores se están sumando con fuerza a esta perspectiva: la academia y las organizaciones sociales”, detalla.
Las universidades e instituciones de educación superior pueden adherirse a la causa, continúa. De hecho, los integrantes de la comunidad académica son fundamentales, ya que pueden promover entre sus alumnos, líderes del mañana, el interés en los principios del acuerdo y sensibilizarlos en la necesidad de respetarlos.
“Las universidades, en sus escuelas de Negocios, en carreras como Ingeniería Ambiental, Administración de Recursos Naturales, Biología —por citar unos ejemplos— están formando profesionales que al momento de incorporarse al mundo laboral tendrán integrado el chip de que todo se tiene que hacer de una manera sostenible”.
Potenciar efectos
Respecto a las agrupaciones de la sociedad civil, Guerra Díaz, quien el lunes pasado fue el orador huésped en la charla mensual de la Unión Social de Empresarios de México (USEM), destaca que “lamentablemente, en el país es muy baja la participación social a través de estas organizaciones” y refiere como muestra que mientras en Estados Unidos hay al menos 2.000,000 de asociaciones civiles, en México, un país de 180 millones de habitantes, apenas si llegan a 40,000.
“Estas agrupaciones tienen una labor focalizada en salud, educación, protección civil…, pero cuando se encuentran con empresas que comparten los mismos intereses en torno a los 17 propósitos de la Agenda 2030, que plantea 169 metas y 230 indicadores, se sorprenden y entienden que si están haciendo lo mismo, pueden identificar los fines y potenciar los resultados”.
Tras una visita al Diario, el experto en Voluntariado y Responsabilidad Social sostuvo por la tarde una reunión en la Universidad Marista con alumnos de varias casas de estudios, públicas y privadas, con la intención de hacer un llamado a reflexionar e identificar cuáles son los principales retos a los que se enfrentan esas escuelas y esos alumnos en materia de sostenibilidad.
Y muchos de esos desafíos que afrontan las empresas para poder avanzar en el desarrollo sostenible surgen en su interior. “Hoy en día el tomador de decisiones, el socio, el dueño, que cuidan el negocio en el día a día, tienen junto a ellos profesionales preparados en la responsabilidad social, con una visión de desarrollo sostenible”.
Entonces, continúa, en muchas empresas se manejan dos lenguajes: el de aquellos que dicen ‘esto hay que implementarlo, apoyarlo, hay que alinearlo a nuestras actividades’ y el de quienes argumentan ‘sí lo vamos a hacer, sí sabemos que es importante, pero antes que nada está el negocio y tiene que marchar”.
“Cuando avancemos en este diálogo interno, cuando podamos demostrar que la responsabilidad social sí es un recurso que genera beneficio colectivo y que deja réditos, vamos a lograr mayores progresos en el objetivo del desarrollo sostenible. Ese es uno de los puntos que vine a platicar con los socios de la USEM y con los estudiantes universitarios”.
Como despedida, Guerra Díaz comparte que desde la creación de la Red mexicana del Pacto Mundial, en 2005, cerca de 900 empresas de todos los tamaños y de todos los sectores se han sumado al movimiento. De hecho, México ocupa el cuarto lugar en número de afiliados.— Mario S. Durán Yabur
Fuente: Diaro Yucatán