Las elecciones presidenciales están en puerta, y hemos sido testigos ahora de las precampañas. Elegir a un presidente nunca ha sido tarea fácil, y tampoco lo será ahora. Necesitamos reflexionar y analizar con detenimiento el perfil de quienes aspiran a dirigir los destinos de nuestro país y lo que podemos esperar de cada quién, como personas, de cara a la Responsabilidad Social (RS), que es el tema que nos ocupa.

La RS personal —al igual que la empresarial— inicia con la definición expresa y pública de un compromiso ético, basado en los valores que deben dignificar al ser humano en todas sus dimensiones. Quien aspire a la Presidencia de nuestro país debería manifestar abierta y claramente cuál es su postura sobre lo que significa el ser humano, cómo entiende la dignidad del hombre y la mujer, lo que implican hoy en día los derechos humanos en su visión de país, (como el derecho a la vida y a la libertad), lo que entiende por el bien común y lo que espera hacer por cada mexicano y por el país. En pocas palabras, necesitamos saber cuál es la antropología que da fundamento y sustento a su forma de ver el mundo y de su actuar, y cómo considera a los ciudadanos del país al que espera dirigir, dentro de un mundo globalizado.

La ética personal debe verse reflejada en los valores que promueve y que lleva a la práctica, y seguramente a los mexicanos nos interesa conocer cómo se ha desempeñado hasta ahora frente a los grandes problemas que aquejan a nuestro país, como la corrupción, la violencia, la injusticia, la falta de educación y la pobreza, entre muchos otros.

¿Estos temas forman parte de su agenda y sus objetivos de gobierno? ¿Ha sido una persona honesta, responsable, que ha luchado por la justicia, la verdad, la seguridad, la anticorrupción, la educación, cuando ha ocupado los puestos por los que ha transitado? La ética y la gobernabilidad deben ir de la mano, por lo que el desempeño ético en la familia, en los negocios, en las instituciones, es reflejo de la ética individual.

¿Sabemos cómo es su vida personal y familiar? ¿Cómo se podría definir su trayectoria política? Y: ¿qué se dice de su “reputación”?

Desde luego, una de las grandes dimensiones a considerar en los aspirantes tiene que ver con su postura ante los grandes problemas sociales. Cabe preguntarse: ¿cuáles son los factores que en su concepto impulsarán el desarrollo de nuestro país? ¿La educación, el empleo, la salud?

No podemos ignorar los grandes temas de desigualdad (económica, social, cultural), de pobreza, de marginación, de discriminación, de inseguridad. ¿Cómo piensa entonces abordar los temas de educación, de seguridad nacional e internacional, de inclusión, de desarrollo social y económico? ¿Qué ha hecho hasta ahora en favor de los más desposeídos y de los grupos vulnerables de nuestra sociedad? ¿Qué piensa hacer en cuestiones de empleo, de generación de riqueza, de inversión social? ¿Presentará algunas propuestas para el desarrollo desde lo local? El cambio se debe de generar de adentro hacia afuera, y con los ciudadanos como actores fundamentales.

Hay muchas otras preguntas que podríamos plantear, por lo que es importante conocer a fondo sobre la vida de cada aspirante, obtener información de las acciones que ya ha realizado frente a estos temas tan relevantes, y lo que planea lograr cuando llegue a la Presidencia. No olvidemos que cada tema puede abordarse desde diferentes puntos de vista, considerarse desde diversas tendencias políticas y sociales, y que su concepto de ser humano es lo que definirá sus estrategias y políticas a seguir.  ¡Vayamos tomando nota!.

 

Por el Dr. Roberto Delgado Gallart

*El autor es catedrático de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México.

Fuente.- https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-proxima-Presidencia-de-Mexico-y-la-Responsabilidad-Social-20180305-0119.html